Funciones del signo (Pierce)

Es a partir de la ausencia del interpretante que la teoría de análisis y construcción del signo de Peirce resulta más pertinente para analizar las artes visuales. Peirce parte del supuesto de que todo es signo porque todo remite a algo más. Para que algo sea un signo de otra cosa, esa cosa ya debe ser un signo. Esto significa que si puede leerse una "mancha de sangre" como signo de "herida", entonces debemos conocer el signo "herida", que debió construirse previamente. Por lo tanto, Peirce sostiene que no se puede distinguir entre lo que es y lo que no es signo, sino que más bien hay que distinguir entre la acción del signo y otros tipos de acción. De esta manera, explica que el signo es una representación mental a través de la cual podemos conocer la realidad.

Entonces, todo signo va a estar compuesto por el representante, por el objeto y por el interpretante. Ahora bien, cada uno de estos elementos, que mantienen una relación dinámica entre sí, posee una cualidad:
 » El representante posee la cualidad de la posibilidad.
 » El objeto tiene la cualidad de la existencia.
» El interpretante posee la cualidad de la ley (del pensamiento).

En función de estos elementos se arma el esquema del signo Peirceano.




  • El representante del signo: Es la representación de algo. Serían los aspectos del objeto que se pueden llegar a conocer a través de una triada en particular, pero 3 nunca el objeto en su totalidad. Esto tiene que ver con la idea de que los seres humanos accedemos al mundo real" a través de un sistema simbólico
  • El interpretante: Es un signo significa algo porque está “en lugar de” ese algo. En otras palabras, los signos hacen algo más que reemplazar o sustituir las cosas; funcionan como factores en proceso de mediación. A esta función mediadora Peirce la llama “interpretante”. El interpretante de un signo es otro signo. El interpretante es la modificación producida en el pensamiento por un signo (pensamiento no debe entenderse como un fenómeno psicológico individual, sino que tiene que ver con el proceso discursivo que se da en el ámbito de la comunidad humana). 
Cada interpretante es signo de su objeto y, a su vez, requiere de otro signo para su interpretación. Así se abre una cadena de signos interpretantes. El significado de una representación no puede ser sino otra representación. Esto significa que se trata de otro signo que, ahora, es el signo que el representante produce en la mente de la persona: por ejemplo, al escuchar la palabra "pájaro" todos comprendemos de qué se está hablando, pero la variedad de pájaros que puedan representarse en cada persona habrá de ser diferente en cada caso. El interpretante, entonces, se relaciona con los conocimientos y con los saberes comunes de una cultura determinada. Tanto el representamen como el interpretante son entidades mentales; no se trata de realidades tangibles, sino de operaciones simbólicas que se realizan con el fin de comprender el mundo que nos rodea.     
  • El objeto: Es la porción de la realidad a la que se puede acceder a través del signo. Peirce afirma que el signo está en lugar del objeto, no en todos los aspectos de éste. El signo no representa un objeto completo, sino que lo representa desde una determinada perspectiva, con relación a una especie de “idea”. Por ejemplo, en la relación significa “viento/veleta” sólo es tenido en cuenta el aspecto significativo de la dirección del viento y la orientación de la veleta, no otros aspectos de ambos elementos.

Referencia;
Peirce, Ch. (1986). La ciencia de la semiótica. Buenos Aires: Nueva Visión. Zecchetto, V. (coord.) (2012). Seis semiólogos en busca del lector (4ª ed.).Buenos Aires: La Crujía. 

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